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Para Simon y Franziska Jüttner, la expresión de la auténtica calidad es la robustez que permite que las cosas envejezcan
Franziska Jüttner es psicóloga, su marido Simon es arquitecto. Viven en Bad Hindelang, Baviera
“Cuando adquirimos la casa en la región de Allgäu en 2016, tuvimos inmediatamente claro que queríamos seguir utilizando la mayor parte posible de los elementos existentes tras la reforma: las paredes exteriores, el techo, las puertas, incluso los antiguos lavabos. Al mismo tiempo, no debía convertirse en una casa rústica como lo había sido hacía 200 años. Para nosotros fue en un campo de experimentación sobre la calidad que podía obtenerse usando materiales sostenibles y ecológicos. Todo debía ser reciclable, biodegradable o combustible sin crear costes elevados. Nos decidimos por un suelo de madera simple y muros de ladrillo sin enlucir”.
“Cuando adquirimos la casa en la región de Allgäu en 2016, tuvimos inmediatamente claro que queríamos seguir utilizando la mayor parte posible de los elementos existentes tras la reforma: las paredes exteriores, el techo, las puertas, incluso los antiguos lavabos. Al mismo tiempo, no debía convertirse en una casa rústica como lo había sido hacía 200 años. Para nosotros fue en un campo de experimentación sobre la calidad que podía obtenerse usando materiales sostenibles y ecológicos. Todo debía ser reciclable, biodegradable o combustible sin crear costes elevados. Nos decidimos por un suelo de madera simple y muros de ladrillo sin enlucir”.
“Nos gustan los muebles que duran muchos años, con los que compartes tu vida y que no sean de usar y tirar. También deben seguir gustándonos pasados 20 años”.
Franziska Jüttner
“Nos gustan los muebles que duran muchos años, con los que compartes tu vida y que no sean de usar y tirar. Deben seguir gustándonos pasados 20 años. Lo ideal sería que les sigan gustando a nuestros hijos. Una silla debe ser cómoda y robusta, tienes que poder subirte a ella. Cuando vivíamos en la ciudad, las interacciones se producían casi siempre en las cafeterías. En el campo, dependiendo de la época del año, la gente siempre se reúne en su casa o en la de sus amigos, o en el jardín. Por eso, para nosotros era muy importante tener una estancia en la que pudiéramos recibir a muchos huéspedes, una mesa alrededor de la cual pudiera congregarse mucha gente. Para nosotros, esta es la forma de crear un hogar: personas a las que les gusta entrar y salir. La mesa sirve para jugar, hacer los deberes, trabajar y, por supuesto, reunirnos para comer”.
“En la mesa se juega, se hacen los deberes, se trabaja y, obviamente, también se sirven las comidas. Aquí, los niños deben poder vivir siendo niños. La casa sencillamente debe soportarlo todo: arañazos, manchas, golpes. Todo ello forma parte de la atmósfera que queremos crear”.